Adoro disfrutar de un delicioso dulce sentada en mi mesa y rodeada de las personas a las que más quiero. No hay nada que me satisfaga más en la vida. Si el dulce es casero, esa sensación de bienestar es mayor y, si sale de mis manos, pues ya ni os cuento :) Cuando cocino para los demás, no sólo dedico mi tiempo a su preparación, si no también deposito todo mi cariño simplemente en pensar en lo que voy a preparar, en hacerme con sus ingredientes y, luego, poniéndome el delantal para su elaboración. Es aquí cuando reconozco la cocina como un bonito ritual mágico.
Sabía que al día siguiente esperábamos visita y no iba a dejar pasar la oportunidad de ese disfrute que tanto me gusta. El caso es que estos días los virus se han acomodado de nuevo en nuestro hogar y los estómagos no andan precisamente muy allá, así que no sabía ni qué preparar. Echando un vistazo al interior de las alacenas de la cocina, finalmente, me vino a la cabeza la receta de un pastel que había leído en una revista de repostería de la colección que tengo en casa. Tenía todos los ingredientes, así que me dije: "pues nada, manos a la obra" :)
Realmente, este pastel no es más que un bizcocho sin cocción que resulta muy versátil ya que las posibilidades de adaptarlo a distintos gustos es realmente muy amplia. En esta ocasión, os dejo la receta al pie de la letra y con mis propias medidas (con las primeras, queda muy dulce para nuestro gusto). Como veréis, es muy sencilla, rápida y, lo mejor, una bomba espectacular de sabor :)
Ingredientes:
- 250 gr. de mantequilla sin sal.
- 400 gr. de chocolate (mejor que supere el 55% de cacao - el nuestro era de 70%).
- 175 ml. de melaza o miel de caña (yo creo que con dos cucharadas soperas bien colmadas es más que suficiente).
- 200 gr. de galletas digestivas (150 gr. en nuestro caso). Si hubiese tenido en casa galletas de canela las hubiera cambiado :)
- 100 gr. de pasas (en mi caso, simplemente la mitad, pero podéis añadir nueces, avellanas, frutas desecadas, lacasitos...lo que más os apetezca).
Preparación:
- Empezamos recubriendo el molde que vayamos a usar con papel film transparente.
- Luego, partimos las galletas en trozos pequeños.
- Ahora, fundimos la mantequilla y la melaza en el microondas con mucho cuidado de que no se queme la mezcla y removiendo bien en cada pausa.
- A continuación, derretimos el chocolate y, una vez hecho, mezclamos con la mezcla anterior.
- Incorporamos finalmente las galletas partidas y vertemos la mezcla en el molde que ya habíamos preparado.
- Con una espátula, alisamos la superficie y metemos el molde en el frigorífico hasta que se solidifique. Si os apetece decorarlo, no os cortéis. Quedará muy bonito con azúcar glasé, virutas, sprinkles... Incluso, se puede acompañar de una bola de helado de fresa, por ejemplo. ¡Imaginación al poder! :)
- Para servir, lo mejor es hacerlo en porciones no muy grandes, pero os aseguro que repetir, repetiréis :)
El Día de la Madre está al caer y la próxima semana os enseñaré el dulce que tengo en mente preparar mañana tempranito para celebrar esta ocasión. Mientras tanto, ¡feliz fin de semana a tod@s! :)
Biquiños chocolateados,
